jueves, 29 de abril de 2010

Jorge Luis Borges "Instantes"

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios




Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos. Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora. Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.


Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante. Pero ya ven, tengo 85 años... y sé que me estoy muriendo.

http://images.google.com.mx/images?hl=es&q=borges&um=1&ie=UTF-8&source=og&sa=N&tab=wi

http://www.poemas-del-alma.com/instantes.htm



lunes, 19 de abril de 2010

"Carta al padre" de Franz Kafka



Un pequeño ensayo "Carta al padre" de Franz Kafka. La carta al padre es una obra del género epistolar de Franz Kafka de manera general destacare los rasgos mas importantes de esta obra.
Esta carta revela la difícil y tortuosa relación que tuvo con su padre, marcada por la obediencia, la incomunicación, el miedo y la critica paralizante. En la carta, Kafka pone en claro las razones del miedo que le inspira su padre. El padre por su lado, le acusa constantemente de frialdad, despego e ingratitud.
La infancia de Kafka fueron marcadas por la opresión de su padre, y la consecuencia fue endeble personalidad: Kafka nunca fue seguro de sí mismo, fue débil ante la vida. Su padre nunca estableció lazos de confianza y siempre estuvo en contra de lo que kafka hacía o pensaba, castigándolo de manera injusta sin controlar su ira ni su amargura. Por su rigidez al hablar y castigar, siempre sembró el miedo en Kafka, que hizo que él nunca se expresara libremente, sólo lo hacía en sus escritos, ahí sacaba toda su ira.
Esta carta que Kafka escribió, no llego a su destinatario explícito que es el padre y sin embargo llego a otros lectores. En términos de habla esto es un acto fallido, el mensaje nunca llego a su receptor.
En esta obra nos damos cuenta que es en y por el lenguaje que el hombre se constituye como sujeto y al plantearse como sujeto es cuando existe la subjetividad, que trasciende la totalidad de las experiencias vividas. El sujeto se instala como locutor para apropiarse de la lengua que es el yo y dirigirse a otro que es el tú. El sujeto del cual aquí se habla es implícito, es decir, el escritor que es Kafka no es más que un locutor que dirige su discurso a otro: el yo implica necesariamente el tú, pues el ejercicio del lenguaje es siempre un acto transitivo, es decir, apunta al otro, configurando su presencia.
Como lo explica Benveniste, la presencia de ambas figuras yo/tú se puede reconocer por todos aquellos individuos que da cuenta una perspectiva (visual y valorativa) desde el cual se presentan los hechos y de una captación que se espera obtener.
En la carta de Kafka encontramos personajes ficcionales, atribuida a cualquiera de sus personajes, son formas de un imaginario. Esta carta tenía dos destinos, puedo afirmar que Kafka estaba consiente de ello. El destinatario explícito es el padre y el otro es que era también literatura.
Esta carta es un factor de la intersubjetividad, lo cual, de unipersonal que debía ser la carta, se vuelve omnipersonal. Esta condición de intersubjetividad es la única que permite la comunicación lingüística.

miércoles, 14 de abril de 2010

LA GAVIOTA




Es una novela de Fernán Caballero, el pseudónimo utilizado por la escritora española Cecilia Böhl de Faber y Larrea. La novela "La Gaviota" es un ejemplo del romanticismo, a demás de ser cosniderada como una novela costumbrista. Enseguida analisaremos esta novela, señalando con ejemplos las características románticas.
Encontramos una larga lista de características románticas que son las siguientes:
El patriotismo, Stein se incorpora a una guerra civil para defender la causa de la independencia de Alemania. En su partida, dirigiéndose a Navarra, encontramos la melancolía por separarse de su familia, Stein se encuentra triste al dejarlos “Pensaba en mi padre, en mi madre, en mis hermanos y hermanas”. (Caballero: 4)
El dolor cósmico, Stein grita de dolor porque después de haber trabajado dos años sin descanso ahora se ve acusado y perseguido sólo por haber curado a un hombre del partido contrario.
¡He curado muchas heridas, y en cambio las he recibido muy profundas en mi alma! ¡Gran Dios! ¡Gran Dios! Mi corazón está destrozado. Me veo ignominiosamente arrojado del ejército […]. (Caballero:7)

El panteísmo egocéntrico, cuando Stein cae al suelo, y se siente estar rodeado por la naturaleza, fijado como centro.
El delirio de la fiebre turbó su cerebro: parecíale que las olas del mar se le aceleraban cual enormes serpientes, retirándose de pronto y cubriéndole de blanca y venenosa baba; que la luna le miraba con pálido y atónito semblante; que las estrellas daban vueltas en rededor de él, echándole miradas burlonas. (9)

Localizamos también las ruinas un elemento romántico, Stein siente nostalgia al observar aquellas estructuras magnificas, llenas de primores y riqueza artística, aquellas grandezas que han quedado en el olvido. Antes eran una digna morada de muchos varones ricos que vivieron en el convento.
[…] pudo Stein admirar aquella grandeza pasada, aquella ruina proscrita, aquel abandono que, a manera de cáncer, devora tantas maravillas […] aquellos esqueletos despojados de todos sus adornos; aquellos grandes y hermosos ángeles, que parecían salir de las pilastras para sostener en sus manos lámparas de plata siempre encendidas, y extendían aún sus brazos mirando aquellas con dolor vacías. (17)

Al observar esto, como ya lo he mencionado Stein siente una gran melancolía, por aquello que ha dejado de existir. A pesar de que era un lugar donde acudían ricos y pobres, donde se daban lecciones de vida y alegrías, y ahora permanecen en el olvido, perece de muerte violenta a manos del hombre.
Este santo lugar, pensaba, respetado por el mundo y por la luz del día, donde venían los reyes a inclinar la cabeza y los pobres a levantar las suyas; este lugar que daba lecciones severas al orgullo y suaves alegrías a los humildes, hoy se ve decaído y entregado al acaso, como bajel sin piloto. (18)

Uno de los rasgos principales del romanticismo fue su preocupación por la naturaleza, el placer que proporcionan los lugares intactos.
A la izquierda, hacia el lado del mar, se extendían una gran huerta, ostentado bajo las ventanas de las celdas su fresco verdor, sus árboles, sus flores, el murmullo de sus acequias, el canto de los pájaros y la esquila del buey que tiraba de la noria. Formaba esto todo esto un pequeño oasis, en medio de un desierto seco y uniforme, cerca de esa mar que se complace en el estrago y en la destrucción, y que se detiene delante de un límite de arena. (16)

También encontramos el claro-oscuro, un elemento romántico. En medio de la oscuridad hay una luz que resalta la figura de los estatuas de aquella iglesia, las ilumina.

[…] un vivo rayo de sol penetró por una de las ventanas y vino a dar en el remate del altar mayor, haciendo resaltar en la oscuridad con su esplendor […] un grupo de de tres figuras abrazadas. Eran la fe, la Esperanza y la Caridad. (18)

Localizamos de nuevo el panteísmo egocéntrico, cuando Stein se dirige al pueblo y observa la naturaleza, sintiendo estar en el centro de todo lo que le rodea.

El alma y el oído reposan suavemente en medio del silencio profundo de la naturaleza. En el azul turquí en cielo no se divisaba más que una nubecilla blanca, cuya perezosa inmovilidad la hacía semejante a una odalisca, ceñida de velos de gasa, y muellemente recostado en su otomana. (19)

El amor por sobre toda las cosas, una característica muy importante en el romanticismo, Stein se enamora de Marisalada, aquella joven llena de inocencia, y se casa con ella.
De nuevo encontramos el panteísmo egocéntrico, cuando Stein está con Marisalada sentados junto a la playa apreciándola, observando la naturaleza que le rodea.
-¡Cómo habla la Naturaleza al corazón del hombre! […] Mira esas nubes, que llegan, lentas y oscuras, a interponerse entre el corazón y un amor ilícito, dejando caer sobre el primero sus frías, pero claras y puras emancipaciones. (59)

La melancolía se desarrolla en casi toda la obra, sobre todo cuando Stein y Marisalada van a Sevilla, dejando solo al padre Pedro Santaló y la tía María, ellos sufren mucho con esta partida.

El pobre padre tenía los brazos extendidos hacia su hija. - ¡No la veré más!- grito sofocado, dejando caer el rostro en las gradas de la cruz.

En el capítulo XVIII de la página 87, encontramos las ruinas de Sevilla. Stein las recorre todas, apreciándolas una por una, apreciaba en magnifico espectáculo de arte que se postraba en sus ojos.

El hastío de la vida, una característica importante en el romanticismo, la observamos también en esta novela, cuando Stein se pregunta tristemente que cómo es posible que el quitarles la vida a los pobres animales fuera un placer para ellos, en esta corrida de toros y la guerra una gloria, es posible que la sociedad considere una diversión el matar a un hombre o aun animal.

-¡Dios mío!, ¡es posible! Se decía aludiendo a la guerra- que aquello lo llamen gloria y a esto – aludiendo a los toros – lo llamen placer! (90)

Stein está totalmente inconforme ante esta forma de ver al mundo.

El honor y la honra al que le debemos tener a nuestra patria es un elemento romántico, como lo defienden la marquesa y el general.

-Importa sobrina – repuso la marquesa-, porque no me gusta que hablen mal de mi patria.
- ¡Sí – dijo el general con acritud-, anda a atajar el río cuando se sale de madre! Pero ¿qué extraño es que digan mal del país lo extranjeros, si nosotros somos los primeros en denigrarnos?


En esta novela encontramos también la mujer idealizada, aquella mujer tierna y sumisa, capaz de entregarse por completo al amor.

Hija afectuosa y sumisa, amiga generosa y segura, madre tierna y abnegada, esposa exclusivamente consagrada a su marido, la duquesa de Almansa era el tipo de mujer que Dios ama, que la poesía dibuja en sus cantos, que la sociedad venera y admira, y en cuyo lugar se quieren hoy ensalzar esas amazonas que han perdido el bello y suave instinto femenino. (119)

Aparece frecuentemente la muerte, primero con Pedro Santaló, quien de dolor muere por haber separado de su Marisalada y pregunta en los últimos minutos de su vida por ella. Aquí también se encuentra lógicamente la melancolía.

Pedro Santaló yacía postrado en su lecho. Desde la separación de su hija no había levantado cabeza. Tenía los ojos cerrados y no los abría sino para fijar sus miradas en el cuartito que había ocupado Marisalada […]. (123)

Otra característica es lo lúgubre, un lugar solido y triste, la localizamos antes de la muerte de Pedro Santaló.
Estrellábase contra la cabaña, que crujía siniestramente; oíase este invisible elemento, lúgubre entre las bóvedas sonoras de las altas ruinas del fuerte; violento entre las agitadas ramas de los pinos; plañidero entre las atormentadas cañas del navazo; y se desvanecía gimiendo en la dehesa, como se disipa la sombra gradualmente en un paisaje.(127)

El amor y la muerte, el romántico ama por el amor mismo y éste le precipita la muerte como se observa en el caso de Stein, que al enterarse de la traición de su amada Marisalada siente morir de dolor, y prefiere dejarla y dejarse morir en la Habana por una fiebre amarilla, pero antes de morir escribió una carta a Marisalada perdonándola por aquella traición que le había hecho. Pero ante todo esto aún existe el amor por sobre todas la cosas.

“María, tú a quien he amado tanto y a quien amo aún: si mi perdón puede ahorrarte algunos remordimientos, si mi bendición puede contribuir a tu felicidad, recibe ambos desde mi lecho de muerte. – Fritz Stein”. (148)

Para concluir observamos que al inicio de la novela y al final de ésta, don Modestos Guerrero, el comandante del fuerte de San Cristóbal, es un ejemplo demostrativo de un defensor de su patria, es un hombre de honor que había luchado contra los franceses en la guerra de la independencia. Tiene bajo sus órdenes el fuertecillo abandonado de San Cristóbal y no puede conformarse con el abandono, por eso pide al Gobierno dinero para los reparos necesarios y los cañones y tropas que aquel punto de defensa requiere. Don Modesto Guerrero es un claro ejemplo de un patriota que sigue prestando ayuda a la patria, aunque o haya guerra.

Bibliografía:
CABALLERO, Fernán. La Gaviota y La Familia de Alvareda. Porrúa, México, 1995.